sábado, 15 de enero de 2011

Por un riachuelo-Apus anaranjados

La tierra anaranjada de las montañas quemaba las pieles

entregadas al camino.

La tarde silenciosa y

Susurros de fondo coloreaban el paisaje.

Se encontraban Rocío y Juan charlando

con los pies sumergidos en el Agua.

Sus traseros reposaban en rocas

A unos metros, recién llegados Jerome y yo tocábamos tímidamente

La tierra mojada justo a la altura de la Garganta del Diablo.

Ya no sabíamos si era esa arcilla perfecta la que nos mecía y acariciaba

Una y otra vez y se amoldaba a nuestros cuerpos secos, o si en realidad era solo

A mi a la que le Inspiraba y aterraba escucharlo decir, sentir, trasmitir tan a corazón abierto.

A ese ser de mundo totalmente ajeno al mío, con el que ensayé mi francés olvidado y al que

por azar vestía anaranjadamente no como el sol sino como la ultima pieza hallada del valle Calchaquí.

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